La Otra en Tijuana
La Jornada, Jueves 19 de octubre de 2006
Plantean a Marcos deplorables condiciones laborales en maquiladoras de Tijuana
Marginadas y explotadas, las mujeres encarnan en BC el espíritu nacional
Empresas trasnacionales altamente contaminantes aprovechan la mano de obra femenina
La lógica de la ganancia bruta se impone a costa de vidas y dignidades en la frontera
El delegado Zero simula que orina contra la malla fronteriza situada en Playas de Tijuana, donde se reunió ayer con adherentes a la Sexta declaración de la selva Lacandona y escuchó denuncias sobre los numerosos problemas sociales en la región Foto Víctor Camacho
Tijuana, BC, 18 de octubre. El subcomandante Marcos llegó esta mañana a Playas de Tijuana, se apeó de la camioneta en la cual viaja, caminó hacia la horrenda barda de lámina que se hunde en el oceáno Pacifico y "orinó" contra ella.
Así llega la otra campaña al extremo norte del país y "saluda" al muro fronterizo que basta mirar alrededor, de Ensenada hasta acá, para constatar que sólo obstruye el paso en una dirección, no en la opuesta. Todos los terrenos con vista al mar están en venta para los estadunidenses, y ya las mismas inmobiliarias son del vecino país. Pese al muro, esta frontera nunca estuvo más abierta para el dólar ajeno.
Luego, el delegado Zero y la karavana se dirigen al Multikulti, un viejo y ruinoso cine en el centro de Tijuana convertido en espacio cultural alternativo bastante rudimentario. El vestíbulo, única parte del edificio que conserva el techo, es el auditorio donde durante dos días se efectuarán casi todas las actividades de la otra campaña en la ciudad. En buena medida, encuentros con centenares de adherentes a la Sexta declaración de la selva Lacandona, de éste y el otro lado.
Resulta que es la vitalidad de los trabajadores, especialmente mujeres, lo que protege en su límite nuestra condición nacional. Su resistencia desde el sótano de la sociedad a las condiciones inhumanas en que laboran y viven son el extremo de una soberanía a la que los poderosos ya renunciaron. Quedan los absurdos brutales de un lugar donde el mercado del sexo es consustancial, y con ello el desprecio a la condición femenina.
Una activista de los derechos de las trabajadoras y ex empleada de una maquiladora ella misma, señala: "El hostigamiento sexual en las fábricas es normal. Dicen las autoridades que debemos verlo como un piropo más. Para el patrón la mujer que se defiende es considerada conflictiva, la fichan como elemento 'problemático' y en el futuro ella y sus familiares no serán contratados en ninguna otra planta".
El espejismo laboral del neoliberalismo consiste aquí en unas 800 maquiladoras. Mireya, Guadalupe, Antonia y Bety hilvanan sus experiencias y las de sus compañeras muertas: Gladys y Marina. La primera falleció apenas ayer; hoy la entierran. Pero el caso de la segunda ocupa el centro de los testimonios. Marina Catalán vivió 30 años, tres de ellos trabajando para la trasnacional Sig Armolite, que produce marcos plásticos para lentes y es una empresa altamente contaminante.
Ella hacía los "estampados". Laboraba de las cinco de la tarde a las dos de la mañana. Estaba, como las demás, expuesta a 20 químicos diferentes. Tenía contacto directo y constante con thínner y aguarrás. Murió de cáncer en el pulmón y úlcera gástrica. Por causa de su enfermedad había sido despedida. El Seguro Social no la atendió debidamente y acudió a un médico particular, pero su salario era de hambre. El doctor dijo a su hermana que tenía "los pulmones secos".
Antonia, una de sus compañeras, apunta: "Tengo una demanda contra la empresa. Se usan químicos que producen cáncer en médula, pulmones y piel. Los vapores de ácido nítrico nos dañan las fosas nasales. Nos exponen a luz directa en los ojos y todas acabamos usando los lentes que fabricamos. El aire a presión nos afecta los oídos". Cuenta que al salir del trabajo llevan los tóxicos en sí mismas. Llegan cansadas a su hogar y no se bañan inmediatamente. Esta vida les deja dos opciones: hacerse despedir o dejarse morir.
"El capitalismo mata. Es nocivo para la salud", concluye el subcomandante Marcos después de escuchar a las mujeres, y llama a correr la voz. Resulta evidente el respaldo institucional y empresarial a esta lógica de ganancia bruta a costa de vidas y dignidades.
Otros problemas acuciantes son la alta prevalencia de VIH debida a la transfronterización de las trabajadoras sexuales en los campos agrícolas y estas calles; la discriminación laboral por género, edad, embarazo, enfermedad; las drogadicciones.
Migrantes la mayoría, los trabajadores en esta frontera parecen desamparados, pues "las instituciones gubernamentales no han podido resolver esta discriminación", dice otra mujer.
Se suceden testimonios. Reynaldo, un joven tijuanense, habla de los niños de su barrio, abandonados por sus padres y madres, expuestos a las drogas, el maltrato, la muerte. "Cristian tiene siete años y cuando sea grande quiere ser policia, perdón, judicial. Cristian me golpea con sus pequeñas manos y me dice maricón, güey, puto. Su madre es adicta al cristal. Tres niños que conozco han sido violados por sus tíos". Lágrimas de rabia lo traicionan. A la audiencia también.
Carmen Valadés manifiesta: "Es hora no sólo de destruir al capitalismo, sino también el patriarcado. La violencia contra las mujeres también pasa abajo y a la izquierda. Queremos una nueva forma de hacer política y de ser humanos. Nos desprecian no sólo los hombres del poder y el dinero a los que estamos de este lado de la barda. También los hombres. La sociedad es capitalista, racista y sexista".
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